LLEGARÁS A LOS 100 AÑOS PORQUE ERES EUROPEO
O cómo la seguridad alimentaria puede cambiarte la vida
UN POCO DE CONTEXTO
He tenido la preciosa oportunidad de visitar África, de descender el Nilo parándome en numerosos pueblos hasta la frontera con Sudán. Todo mientras se celebraba la COP27 en Egipto. Probablemente no recuerdes que cuando se anunció la sede hubo un día en el que el mundo parecía contrariado. Obviamente al día siguiente ya nadie se acordaba del tema. Incluyéndome a mí.
Cuando eres tecnólogo de los alimentos es difícil no examinar la seguridad alimentaria de los productos y establecimientos que te rodean. Además, conocí a un farmacéutico maravillado por la bromatología y el viaje resultó de lo más divertido. Muchas veces era risa nerviosa por no llorar, lo reconozco.
Toda la información que mi mente almacenaba hasta el momento era sobre cómo se hacen las cosas en Europa, así que la seguridad alimentaria es uno de los choques culturales que viví. No pude evitar comprobar la esperanza de vida en ese precioso y descuidado país que, por si te pica la curiosidad, es más de diez años inferior a la española.
Así que, esta entrega no se la dedicaré tanto al futuro como lo haré a Europa. Porque en un momento en el que los nacionalismos no hacen más que crecer y separarnos, creo que es importante recordar que hay muchas cosas que nos unen y que hacemos mejor estando juntos. Un gran ejemplo es la seguridad alimentaria.
HABLEMOS DEL PRESENTE (solo por hoy ;) )
Antes de empezar me gustaría incidir en que en español no tenemos diferencia nominal entre food safety y food security. Al traducir, englobamos en seguridad alimentaria tanto que las personas tengan acceso a alimentos como que estos alimentos sean seguros para ellas. En mi opinión, se nos da mejor lo segundo que lo primero. Pero, comparado con la realidad cuando pones un pie fuera de Europa, hacemos muy bien las dos cosas. Según la FAO, se da seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable.
A grandes rasgos, nuestro privilegiado lado del mundo se rige por los principios de precaución y prevención. Esto implica que no llega cualquier cosa al supermercado. Para que lleguen a tu cocina, los alimentos han pasado numerosos controles y análisis. Hay muchos agentes invisibles dedicados exclusivamente a garantizar esa seguridad. Cada cierto tiempo hay una noticia sobre algún fallo en algún lote de alimentos, pero son los menos, es importante no olvidarlo.
Antes de cultivar, se analiza el suelo para comprobar que no tiene fitotóxicos ni ningún agente que pueda resultar tóxico al vehiculizarlo en el alimento. Tras el cultivo se hacen los análisis pertinentes en cada tipo de vegetal y se clasifican según sus características para diferentes usos (este es un punto clave en el desperdicio de alimentos).
Igual pasa con la ganadería, es un requisito indispensable que los animales de consumo estén sanos y libres de residuos medicamentosos cuando llegan a matadero, donde se debe mantener una higiene impecable tanto por parte de los operarios como de las instalaciones.
Todas las fábricas y puntos de transformación o venta de alimentos deben implementar lo que se conoce como APPCC (análisis de peligros y puntos de control críticos), es decir, deben saber cuáles son los peligros potenciales a los que se expone la materia prima o alimento y se deben realizar informes sobre cómo se gestionan esos peligros y controlar que no sucedan.
Y así con todos y cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria. Se sabe que los mayores riesgos se dan cuando llega al consumidor, porque también es el eslabón con menos conocimiento técnico sobre los alimentos. La mayoría de nosotros basamos nuestras prácticas culinarias en “lo que se ha hecho toda la vida” (no miento si digo que es la frase que más detesto).
Todo lo que he contado parece lógico, ¿no?
Pues no es así en todo el mundo. Eso es algo que ya suponías, lo sé.
Sin embargo, me he visto en la situación de tener que comentar una gran cantidad de peligros alimentarios al grupo de europeos con los que viajaba. En Europa no nos tenemos que parar a pensar en este tipo de cosas a la hora de ir a comprar, y cuando sí lo debemos hacer, realmente no sabemos ni cómo empezar.
El caso más curioso fue en una pequeña y entrañable tienda de especias. Un señor muy agradable nos explicó las maravillas que hacían sus productos. Nos dió a oler y nos dejó coger ramitas de canela entre otros condimentos. Nos sentamos apoyados en las cajas para la explicación y los olores te embriagaban.
Parece estupendo, ¿no?
Pues no.
Cualquiera puede meter la mano sin guantes en las especias y al sentarte a su lado es fácil que acaben en las “cajas” pelos. Si todos metemos la nariz y respiramos dentro de los mismos botes, es fácil que algún patógeno decida hacer turismo. ¿Lo mejor? Mi conciencia me pidió que preguntase cómo se esterilizaban las especias, en Europa usamos pequeñas dosis de radiación (si te suena catastrófico debes saber que cuando aprendes sobre el tema piensas que ojalá radiásemos más alimentos). Su respuesta fue cambiar de tema, no esterilizan nada. Simplemente muelen.
¿Te sigue apeteciendo comprar canela egipcia?
Otro de los casos en los que casi me echo a llorar fue esta escena.
Como puedes ver, es una calle (una de las principales del pueblo) por la que circulan tanto coches como caballos, dromedarios y personas. Y en medio de toda esta mezcla, un señor tiene un puesto de lo que parecen ser una especie de wraps (si puedes concretarme qué es, estoy encantada de leerte).
Quiero aclarar que este tipo de puestos están prohibidos por la ONU pero que, paradójicamente, no tienen ningún tipo de control. Es el país el que decide las reglas alimentarias que se siguen y, al parecer, el gobierno egipcio tiene mejores cosas en las que pensar. Es irónico que se celebre aquí la COP27 para la defensa del futuro del planeta cuando no se defiende cosas mucho más básicas en la pirámide de Maslow de la población.
Resalto esto porque en Europa es poco probable que enfermes por comer en un puesto móvil, estos establecimientos también pasan inspecciones y los productos que les llegan han pasado sus respectivos controles. Hay que tener muy claro que puede no ser así cuando pones un pie fuera de Europa.
CONCLUSIÓN
Es vital que cuando salgas de Europa, pienses en las posibles condiciones de seguridad alimentaria que se siguen donde comes. No hace falta hacer un doctorado sobre el tema en cada país al que vayas, si te fijas en el entorno y la comida, verás que es más lógica y sentido común que cualquier otra cosa. No es que no puedas comer, es que tienes que fijarte en lo que comes.
Si has llegado hasta aquí quiero compartir un detalle más, en Europa contamos con la red RASFF, que permite una comunicación rápida y eficiente de cualquier fallo en la cadena o brote de toxiinfección al resto de miembros de la red.
Europa te puede dar muchos dolores de cabeza con malversaciones, corrupción, burocracia infinita y un largo etcétera, pero te ahorra pensar si lo que compras es o no seguro. Europa evita, en la medida de lo posible, las muertes por toxiinfecciones alimentarias.
Seguiremos investigando.
Como siempre, te animo a que me des feedback y a que lo compartas con las personas a las que crees que les gustará. Así me ayudas a llegar a más gente y que tu amigo tome decisiones más informadas.
Nos leemos pronto,
Carolina
POR SI QUIERES SEGUIR INVESTIGANDO
- Visita Egipto: viven del turismo y ahora los viajes son súper baratos. Tal es la situación que hay un espectáculo de luces en las pirámides de Giza que está en castellano.
- Lee a Stefan Zweig. Es fácil engancharse a sus historias y tiene un par de libros que son una oda a Europa. Te hacen fijarte en las cosas buenas que tiene la hermandad entre países entre tanto caos en el que vivimos.
- Sigue a cualquier tecnólogo que hable sobre seguridad alimentaria, descubrirás un mundo.