“La tierra suspendida en el espacio da idea de su indefensión. Debemos extremar nuestro ingenio y nuestra prudencia para evitar desguazarla.”
- Miguel Delibes.
Ahora que llega el calor y las escapadas al mar, te propongo algo: mira al suelo cuando pasees por la arena. El pasado verano, en un paseo inusualmente corto en el que dio la casualidad de que llevaba una bolsa y no tenía que llevar todo lo que encontraba en la mano, recogí todo esto. Me horroricé.
UN POCO DE CONTEXTO
“A lo largo de las últimas décadas hemos alterado el equilibrio ecológico de nuestro planeta de tantas formas nuevas que parece probable que tenga consecuencias nefastas. Hay muchas pruebas que indican que estamos destruyendo los cimientos de la prosperidad humana en una orgía de consumo temerario”
– Yuval Noah Harari en Sapiens. De animales a dioses
La producción de plástico llegó en 2015 a más de 400 millones y no hace más que aumentar. Una de las causas principales de este incremento imparable es que tienen una vida útil muy breve: la mitad se convierten en residuos después de 4 años de uso o menos. Aunque lo verdaderamente preocupante es que solo el 9% de esos residuos se recicla, mientras que un 12% se incinera y un 79% termina en vertederos y en el medio ambiente, la gran mayoría a mares y océanos.
Aunque hoy mismo dejásemos de fabricar este material, ya existe tanto en los océanos que resultará imposible de limpiar en las próximas décadas, por lo que una de nuestras principales fuente de proteínas está en peligro crítico y, a su vez, una de las principales industrias del mundo, la pesquera, podría desaparecer si seguimos por este camino.
Es muy complejo apuntar con el dedo a los culpables y a los que se tienen que ocupar de mitigarlo. En la actualidad, los países que más dióxido de carbono y más basura producen son precisamente los que menos sufren las consecuencias de ambas crisis. Aquí radica, en mi opinión, la burbuja de privilegio en la que vivimos los europeos.
El gran problema es que el agua, el sol, el viento y los microorganismos degradan el plástico vertido al océano hasta convertirlo en diminutas partículas de menos de 0,5cm de largo conocidas como microplásticos. Estas partículas son ingeridas por plancton, bivalvos, peces y hasta ballenas, quienes las confunden con comida. En 2016, un informe de la FAO informaba de la presencia de microplásticos hasta en 800 especies de peces, crustáceos y moluscos. Esto se traduce en que cualquier europeo que consuma marisco de forma habitual ingiere aproximadamente 11.000 microplásticos al año. Además, es extremadamente fácil encontrar corales dañados o muertos, basura y plásticos en el lecho marino o directamente no encontrar nada… porque cada vez hay menos vida en nuestros mares.
“Muchas zonas costeras de nuestro país están totalmente arrasadas, ya sea por los vertidos, las embarcaciones, la Tª del agua o la sobrepesca.
En el Mediterráneo es urgente crear más zonas protegidas para que la fauna subacuática pueda regenerarse con el paso de los años.
Y ocurre lo mismo en países idílicos como Maldivas, donde pude ver con mis propios ojos zonas enteras de color blanquecino, muerto, destrozado, sin vida a su alrededor, probablemente debido al ascenso de la Tª del agua y su acidificación.
Y también otras zonas llenas de plástico flotando a la superficie, no solo allí, sino también en Borneo, Bali, Tailandia, Egipto, México… y es que el plástico infestado de los océanos hasta límites inenarrables.
Podría afirmar que más del 95% de los lugares del mundo donde he buceado he encontrado plásticos y residuos humanos. Basuras de todo tipo flotando en la superficie o en el fondo, botellas mimetizadas con el entorno, arandelas, tapones, vasos, bolsas de plástico, zapatos, redes e incluso plomos de pesca -estos son bastantes habituales es fundamental recogerlos porque son metales pesados muy nocivos que debemos retirar del entorno marino y reciclar-.”
– Laura Madrueño en Somos agua
En Europa están en la cabeza de producción de desperdicios países como Finlandia o Alemania. Sin embargo, también gestionan mucho mejor sus desperdicios que los españoles, aunque generemos menos basura comparativamente solo reciclamos un 34,2 % de los residuos urbanos. Más del 60% de nuestra basura no vale para nada y se acumulan por miles de toneladas en los vertederos. Como prácticamente no separamos (o lo hacemos mal), muchos desperdicios van a parar a plantas de clasificación de residuos, donde logran separar papel y cartón, madera, metales, plásticos… Pero eso no significa que se puedan reciclar (en los plásticos el porcentaje es muy pequeño y su proceso de catalogación muy complejo). El caso es que Ecoembes tiene el monopolio absoluto para gestionar todos los envases que se producen e introducen en el mercado español, y no es precisamente efectiva. Pero de eso hablaremos otro día.
Muchos países no tienen infraestructura suficiente para soportar todos los desperdicios que generan y los echan al mar, donde también encontramos todos los objetos que alrededor del mundo se tiran a las playas todos los días. También hay residuos de hace años y otros que, simplemente, los países desarrollados no saben qué hacer con ellos, por su origen o porque están desbordados.
¿El problema? Si llenas la bañera de agua y quitas el tapón, verás que se forma un vórtice. Esto mismo pasa en el océano por la acción de las corrientes, el viento y la rotación de la tierra en unas zonas remotas dominadas por las altas presiones. Así es como se ha formado en la Zona de Convergencia Subtropical del Pacífico Norte o basurero del Pacífico, aunque existe un basurero diferente en cada uno de los océanos de nuestro planeta.
Gracias a diversos estudios hemos comprobado que resulta muy difícil conocer la envergadura y dimensiones de estas zonas pero sabemos que no está compuesta solo de plásticos flotantes, sino que también es una sopa de diminutos plásticos imposibles de limpiar debido a su tamaño y cantidad. Cada cinco minutos se utilizan más de 2 millones de botellas en Estados Unidos y el 80% de ellas acaban el océano, llegando a zonas tan alejadas como la deshabitada isla Henderson, considerado uno de los lugares más contaminados por plásticos del mundo.
Éstos ecosistemas, que consiguen vivir arraigados a los plásticos, son denominado plastiesfera y representan nuevas amenazas para los hábitats marinos. Los materiales plásticos flotantes son una vía de transporte por la que se pueden introducir especies invasoras en diferentes ecosistemas. En el medio marino es un sustrato sobre el que viven organismos como invertebrados, microalgas, bacterias, hongos o virus, algunos de los cuales son patógenos potenciales. Además, muchas de estas bacterias brillan en la oscuridad y atraen a los peces, que al ingerirlas también consumirán microplásticos.
La amenaza de los microplásticos no radica solo en el hecho de consumir plástico y que penetren en la cadena trófica hasta llegar a nuestros platos, sino la toxicidad de estos pequeños trozos que liberan sustancias contaminantes en los organismos de miles de especies.
HABLEMOS DEL FUTURO
“Lo que no se conoce no se ama, y por tanto no se protege”
– Jacques Cousteau
La mayoría de personas que vivimos lejos del mar hemos aprendido a desconfiar de él, a temerlo. Nos enseñan que no hay que ir muy profundo y Hollywood tampoco ayuda. En esta situación, pocos parecen preocuparse de que no podemos vivir sin los océanos ni los arrecifes, que sin los tiburones la vida como la conocemos desaparecerá muy pocos años.
“Se debería prestar muchísima más atención a la educación y reformar el sistema educativo con el objetivo de potenciar todo ese intelecto y la creatividad que tienen los niños, a la que muchas veces no prestamos atención. Estamos en un momento crucial en el que podemos aprender muchísimo de su forma de pensar, y al mismo tiempo debemos hacerles partícipes de que pueden hacer mucho por el planeta, enseñarles que sus actos repercuten en un sistema global, para bien y para mal. Dar responsabilidades a los pequeños les ayudará a estar contentos, saber que pueden ser útiles para ciertas cosas ser una fuerza y una fuente de satisfacción para ellos.”
– Laura Madrueño
Políticas presentes y futuras
El consumismo masivo de bienes y servicios es una enfermedad que solo no solo acabará con los recursos del planeta, sino que ya amenaza la supervivencia del propio individuo.
Cada vez más países establecen políticas para reducir el consumo de plásticos y frenar la contaminación. En julio 2021 se prohibieron en España los cosméticos y detergentes con microplásticos añadidos de forma intencionada; pero es imprescindible que se prohíban también los productos fabricados con microesferas de plásticos (exfoliantes, pasta de dientes…), que sí están prohibidas en países como EEUU o Nueva Zelanda. Se calcula que durante una ducha con un gel de baño que contenga microesferas hasta 100.000 bolitas pueden colarse por el desagüe e ir a parar al océano, donde son consumidas por la fauna marina introduciendo sustancias potencialmente tóxicas en la cadena alimentaria.
Costa Rica prohibió todos los plásticos de un solo uso en 2021, reduciendo la cantidad que va a parar al océano, a ríos o a bosques. Siguiendo este ejemplo la UE prohibió en 2021 los plásticos de un solo uso para los que haya alternativas asequibles, como bastoncillos de algodón, cubiertos, platos, vasos o pajitas, aunque también palitos de plástico para sostener globos o tazas de poliestireno. En el caso de los productos para los que no haya alternativas asequibles el objetivo es limitar su uso imponiendo tanto un objetivo de reducción del consumo a nivel nacional como obligaciones de gestión y limpieza de residuos a los productores.
Volver a acostumbrarnos a usar productos reutilizables para frenar la contaminación plástica es algo que podemos conseguir si nos lo proponemos, pero habrá un gran porcentaje de la población que requiera de estas prohibiciones o de un impuesto para acordarse. Lo que tampoco vale es tener mil bolsas de tela o botellas de aluminio, porque entonces no ayudas al planeta porque contaminas por otro lado ;)
Soluciones microbiológicas
Para eliminar los microplásticos que se acumulan en los océanos y ya son un problema de dimensiones colosales, se está creando librerías de cepas bacterianas con capacidad para biodegradar derivados plásticos.
Se ha comprobado que estos materiales son rápidamente colonizados por microorganismos cuando llegan al mar porque tienen gran capacidad para acumular nutrientes y esto permite a los organismos fotosintéticos, pioneros en la colonización de plásticos flotantes, desarrollarse en condiciones mesotróficas (con niveles moderados de nutrientes) o incluso eutróficas (con niveles elevados de nutrientes), pero también en casos en los que el plástico colonizado se encuentra en un entorno marino ultraoligotrófico (sin apenas nutrientes).
Aunque la mayoría de microorganismos prefieren los azúcares obtenidos en la fotosíntesis, el material plástico y sus aditivos son ideales para algunos. El objetivo es identificar esos organismos y acelerar el proceso de degradación del plástico, lo que permitiría afrontar el problema de contaminación en los océanos. También hay que contar con la elevada hidrofobicidad, insolubilidad y peso molecular que presentan los polímeros plásticos.
Después de varias décadas y decenas de microorganismos analizados, unos investigadores japoneses han encontrado una bacteria que podría ser el principio de una verdadera revolución. Se llama Ideonella sakaiensis y es capaz de degradar de forma casi completa una película de PET en seis semanas a 30°C. Fue hallada del interior de una planta de reciclaje de botellas de plástico y, como utiliza el PET como fuente de carbono para crecer, sabemos que ha evolucionado en tan solo 70 años (desde que se inventó el PET en el laboratorio). Produce una enzima bastante eficiente a la hora de degradar el polietileno y los científicos estudian la forma de mejorarla para que pueda trabajar de una forma más rápida, lo que facilitaría mucho los procesos en las plantas de reciclaje.
Otras soluciones
Los pescadores de Kerala, en la India, han desarrollado el proyecto Suchitwa Sagaram. Al faenar, además de capturar peces, recogen grandes cantidades de desechos plásticos, que una vez llegan a puerto se trituran para convertirlos en asfalto para la pavimentación de carreteras. Si todos los pesqueros del mundo estuvieran obligados a recoger desechos plásticos, o al menos a llevar a puerto todo lo que cae en cubierta capturan, tendríamos la oportunidad de empezar a recuperar muchos residuos sin gastar más combustible.
En Sidney se ha desarrollado una papelera flotante llamada Seabin, capaz de absorber basura, microplásticos, combustibles y aceites que flotan en los puertos. El sistema lleva una bomba hidráulica integrada que no deja de succionar agua mientras vaga por el litoral, hasta 25.000L/h, arrastrando así los residuos dentro de una bolsa que puede almacenar hasta 20 kilos.
The Ocean Clean Up crea grandes flotadores de 60m cada uno en forma de U que hacen las veces de litoral artificial recogiendo la basura a través de un cono central. Se mueve por el océano impulsado por las mareas, navegando sin rumbo por el Pacífico mientras recoge basura y un barco acude regularmente a retirar los plásticos acumulados. También han diseñado un sistema para que los plásticos no sigan llegando al océano, The Interceptor. Es la primera solución escalable para interceptar la contaminación plástica de los ríos sin dañar su fauna y flora; a grandes rasgos es una barcaza que navega mediante energía solar, recoge plástico de forma autónoma gracias a sus brazos flotantes y en su interior los tritura y acumula. Es capaz de extraer 50.000 kilos de basura por día, se trata de cerrar el grifo de los plásticos hacia el mar.
CONCLUSICÓN
“Se estima que el aligeramiento de los coches debido a la presencia de plástico supone una reducción de cuatro veces el impacto medioambiental que podrían tener en caso de usarse materiales tradicionales. También, por ejemplo, el aislamiento con plástico ahorra 250 veces más energía que lo invertido en su producción.”
– Plastics. The Facts 2017
Es innegable que el plástico ha supuesto incontables mejoras en nuestro día a día. El problema es que no lo estamos usando de forma adecuada. Tenemos que entender que es un material prácticamente indestructible que utilizamos en muchos casos apenas unos minutos y tiene consecuencias terribles para el planeta y la humanidad. Es fundamental que nos replanteemos el uso que hacemos del plástico y, en consecuencia, cambiamos nuestros hábitos de consumo.
Pese a que creo profundamente que el primer paso es la educación de la población y, aunque me encanta ver que se han desarrollado iniciativas para poner freno a esta situación, no podemos olvidar que nosotros, el mundo civilizado, somos parte imprescindible para solucionar todos estos problemas.
Sin embargo, el problema es en el fondo es similar al de los combustibles fósiles: ¿por qué debo dejar de usar ese material si no voy a ver los resultados ni obtener ningún beneficio directo a corto plazo, y encima me va a suponer un esfuerzo tremendo?
Nos hemos educado en una sociedad egoísta y capitalista que no mira más que por el bien individual. Y el asunto se complica a la hora de reorientar a la ciudadanía. Pero me alegra ver que cada día hay más personas que están dispuestos a sacrificarse individualmente por el planeta, ¿no te parece un acto absolutamente maravilloso y revolucionario?
No pienses nunca que eres el único que hace algo. O que lo que tú hagas no importa. O que como solo puedes hacer una cosa, ya no vale. Huye de discursos que prediquen que o todo o nada. Nadie es perfecto y todos tenemos una situación distinta. Pero lo que haces, cada pequeño detalle, cuenta.
Seguiremos investigando. Como siempre, te animo a que me des feedback y a que lo compartas con personas a las que crees que les gustará. Así me ayudas a llegar a más gente y que tu amigo tome decisiones más informadas.
Nos leemos pronto,
Carolina
POR SI QUIERES SABER MÁS
- Somos agua: libro de Laura Madrueño. Es tan real como bonito e inspirador. A veces doloroso. Ver el océano desde lo ojos de alguien que se sumerge a menudo en sus profundidades es una experiencia que le recomiendo a cualquiera.
- ¿Nos hemos olvidado del cambio climático? un debate de la mano de GenPlayz sobre la crisis climática que vivimos. No trata específicamente el tema de los microplásticos, pero es revelador.